No voy a hablar de Verónica Forqué, ya lo han hecho otros con más conocimiento de causa. Sólo expresaré mi pesar por la pérdida de una actriz estupenda que nos hizo pasar muy buenos momentos y tan personal, que su manera de actuar se hizo inconfundible. Le deseo esa paz que sin duda buscaba, y que sobre su muerte no se especule. No creo que le gustara.

De lo que sí voy  a hablar es del suicidio y del alto índice  que se está registrando en España. Siempre creímos que lo del suicidio era cosa de otros, de tierras frías y sin luz.  Pero llegó, está aquí  y habrá que preguntarse por qué tantas personas se quitan la vida. ¿ Por qué uno puede desear irse, dejar de vivir? ¿Qué grado de desesperación hay que tener para hacerlo? ¿ Por qué unos lo hacen y otros no? Las causas o motivos  son múltiples: pérdida de trabajo, no sentirse útil, enfermedad incurable o dolorosa, crisis familiar, soledad…Los viejos suelen matarse por abandono que no es exactamente lo mismo que soledad. Uno puede vivir dentro de ella con agrado y hasta complacencia . El abandono es la soledad total, el desinterés de los demás por ti, el desamor en su más crudo y desolado concepto.  Pero no sólo se matan loa adultos, también lo hacen los jóvenes y esto es más desconcertante si cabe: ¿ qué motivos puede tener un joven que acaba de empezar su andadura para quitarse la vida?… ¿ Decepción por no ser la vida ese  jardín de maravillas con el que habían soñado o les habíamos hecho soñar? ¿Rabia, impotencia por no sentirse capaces de afrontarlo?. Algunos dicen que el suicidio es un acto no sólo contra uno mismo sino contra otros o contra los otros, contra el engaño y el desamor de los demás.  ¿Qué elementos concurren en los jóvenes  para despreciar y rechazar ese milagro de la vida?

Creo, y lo digo tras la experiencia de treinta años de docencia,  que estamos ante una educación equivocada, que ha propiciado  una sociedad hedonista y frágil en la que la superación y el espíritu de lucha han caído en desuso y descrédito. Se habla mucho de felicidad, » hay que ser felices», pero ¿ qué concepto tenemos de la felicidad y de cómo conseguirla? Nuestra sociedad parece haberse centrado en el dinero y en el éxito y si son fáciles, mejor. Pero el dinero no es tan fácil de conseguir si no  se nace en una familia de recursos o el individuo no se ha preparado suficientemente, y el éxito es un milagro que raras veces se consigue. Basar la felicidad en estos principios, en la autocomplacencia y el egoísmo, una fórmula engañosa. Hay que prepararse para resistir tanto el triunfo como  la  derrota. Y sin embargo,  se suele hacer  todo lo contrario. Ya desde niños se les da todo, se les permite todo, se comprende todo, no se les exige nada. Se les muestra la vida como un cheque en blanco en el que pueden acceder a todo lo que se les antoje, como un regalo al que tienen derecho por el simple hecho de haber nacido. No se les habla de esfuerzo, de deberes, de obligaciones, ¡para qué decir de sacrificio!. Son palabras que como poco suenan mal, obsoletas cuando no a cosas peores. He visto llorar a madres muy humildes por las exigencias de sus hijos adolescentes, abuelos derrengados ceder el asiento a sus jóvenes nietos, padres acobardados, impotentes ante la tiranía de sus  hijos.  El miedo a que se subleven, a que no les quieran, a sentirse culpables por no hacerlo bien,  les paraliza: » que tengan lo que yo no tuve, que no sufran, que sean felices…» cuando la vida es un perpetuo ring al que tendrán que subirse más pronto o mas tarde.

Por supuesto que se hace con la mejor voluntad, sacrificando muchas cosas, los padres de hoy, los profesores de hoy son quizás mucho más esforzados porque se lo han puesto muy difícil, cuando tal vez habría que optar por algo bastante más sencillo y en vez de ilusionarles tanto, de protegerlos tanto, de consentirles tanto, deberían  desencantarlos un poco, exigirles un poco más,  decirles que la vida da mucho menos de lo que esperamos y que  hay que ganárselo, que nada o muy poco es gratis. Y también pedirles perdón porque quizás por tanto intentar darles, protegerles, asumir  lo que ellos deberían  asumir, les hemos dejado  sin defensas, sin anticuerpos,  vacíos antes de tiempo. Nada mas empezar.