Ayer, 27 de octubre la SGAE nos concedió LA LLAVE DE LA CASA a todos los que habíamos cumplido cincuenta años dentro de la sociedad. El acto fue en la Sala Manuel de Falla y lo presidió el presidente Antonio Onetti. Fue un acto colectivo pero también individualizado, lo que siempre se agradece. Fue un bonito detalle de la SGAE en estos tiempos de olvidos. Todos los allí presentes nos fuimos como entramos, es decir, no éramos más ni nos creímos más cuando salimos, pero ese pequeño reconocimiento a nuestra labor de medio siglo, fue una especie de bálsamo a nuestros desencantos que tendremos muchos, y más a nuestras edades, donde todo se ve claro, diáfano y sin supuestos autoengaños. Las formas, la atención, la educación es, siempre lo dije, un bálsamo para ir por la vida que suele ser tan dura y áspera. Una sonrisa, un apretón de manos, una frase amable, debería ser casi obligado incluso o con más motivo ante una negativa. Por eso me asustan estos tiempos en los que las formas están olvidadas, se consideran algo superpuesto, innecesario y casi hipócrita. Sin formas, sin educación, sin consideración hacia el otro, el mundo será una intrincada y peligrosa selva por la que no será grato transitar.
Y digo esto de las formas, y agradezco el detalle de la SGAE que las cuidó y las tuvo, en contraposición a mi última experiencia con el Centro Dramático Nacional. Nunca tuve, al parecer, una buena empatía con el Centro Dramático nunca me hicieron el más mínimo caso, pero al menos cuando me dirigí al anterior director Ernesto Caballero para sugerirle si sería posible un hueco para la representación de LA VISITA, ya prácticamente montada, me contestó que no sería posible, que la programación ya estaba para el período de dos años ( creo recordar que fue eso poco más o menos lo que me dijo) pero fue amable y sobre todo, contestó. Hace años, se solía contestar. Aunque fuera para decir no. Sin embargo, esta vez, ni eso. El 1 de julio escribí al sr. Sanzol para presentarme, alegar que era la más veterana de las autoras y que aunque no reivindicaba tratamiento especial por ser mujer ( al menos parece ser que hay una atención especial a la dramaturgia escrita por mujeres en todos los organismos oficiales y el CDN lo es) y sí por mi obra, le pedía me tuviera en cuenta en sus futuros proyectos. Estoy esperando todavía la contestación de Sanzol. Por supuesto que si la hay, será negativa, pese a haber cumplido mis bodas de oro con el teatro, haber escrito cantidad y variedad e textos dramáticos, haber fundado la Asociación de Dramaturgas cuando ningún escritor se asociaba, avalarme una extensa bibliografía y además ser mujer, (lo que se supone un mérito), será negativa, pero al menos, espero que sea, aunque tarda. La callada por respuesta del director del Centro Dramático Nacional, me parece, como poco, una desatención, una falta de formas, y en definitiva, poco acorde con el cargo.